Entre las fichas de dominó

A un mes del paso del huracán María por mi islita del encanto, aun viviendo sin electricidad, agua, o comunicación en la mayoría de la isla, aproveché que uno de mis mejores amigos venía de visita a Puerto Rico, para salir del área de San Juan e irnos un grupo de amistades sin rumbo por la isla. Llegando al área de Arecibo, nos topamos con un barrio de los muchos en la isla en los cuales hay varios hogares sin techo a consecuencia del huracán. Se me partió el alma y comencé a pensar en maneras en que podía yo, ayudar a esta comunidad. Para mi sorpresa, fueron ellos quienes nos terminaron ayudando a nosotros.

Sin darnos cuenta del terreno que había adelante, estancamos nuestro auto en lodo y un extraño que nos vio tratando de sacarlo, no dudó en salir a nuestro rescate y ayudarnos. Igualmente pasaron personas que se pararon a ofrecernos ayuda mientras forcejeábamos para sacar el auto. Ya cuando logramos sacarlo, decidimos quedarnos en un negocio local cerca, sacar las fichas de dominó con las que andábamos, y sentarnos a contar historias y reírnos un poco.

Aquí les comparto lo que me inspiró la famosa María a un mes de su llegada y mi pasadía con mis amistades:

Ayer me hicieron sonreír de nuevo.
Ayer me cobijé entre historias de amigos.
Algunas de dolor, algunas de lucha,
y algunas del humor adquirido en el camino.

Buscando saborear un poco de normalidad,
nos fuimos sin rumbo fuera de la ciudad.
Para mi sorpresa nos tocó necesitar
y recibir de un extraño, su solidaridad.

Entre tantos hogares derrumbados,
entre tantas almas en padecimiento,
entre tanta esperanza perdida,
sentí el cariño puertorriqueño.

Algo se me hizo seguro:
si no teníamos solidaridad, la desarrollamos;
si no teníamos compasión, la encontramos;
si perdimos la esperanza, la fingimos,
y entre tantos ataques al débil, resistimos.

Porque nadie toca a mi bandera,
la que ahora simboliza el renacer de cada pueblo;
la que vive entre las fichas de dominó,
que me hicieron sonreír de nuevo.