Hoy me sentí poeta

Aun cuando escribo desde bien pequeña, pocas veces puedo decir que me siento poeta. Hoy, 7 de marzo de 2017, andaba por las calles de Buenos Aires cuando decidí montarme en un taxi. El acento boricua siempre abre paso a buenas conversaciones en esta ciudad. Durante ésta particular, le comenté al taxista que me gustaba leer poesía, ya que me apasiona escribir desde niña. Al escuchar esto, el taxista comenzó a recitar un poema de amor de Neruda. Terminó y me dijo: “ahora recítame uno tú. Pero de los tuyos. Porque no es lo mismo recitar de uno mismo. Recitar de uno mismo tiene mucho más valor.”

Admito que me puse nerviosa. Pero al mismo tiempo me sentí libre. Mientras salían las palabras por mi boca que recitaban mi autoría, descubrí un sentimiento hermoso en mí misma. Me sentí poeta.

Les comparto el poema que le recité al taxista argentino que me regaló unos minutos como poeta ocasional:

Pedir perdón suena exuberante,
pero no encuentro más que disculparme
por las palabras que mi boca está por derramar,
por el ímpetu que me suele caracterizar.

A ver, te lo explico,
de seguro te asusta escucharlo.
De seguro me asusta escucharlo a mí.
Y aunque más evidente no puede ser,
no es lo mismo llamarlo que verlo venir.

Son estas palabras
las que ya no son tan divertidas de pronunciar
y quizás mucho menos de escuchar.
Las que cambian todo.
Entre sentimientos, pensamientos, y ánimos,
te diré lo que no se supone: te amo.