Todos pasamos por desamores, por desilusiones, por sufrimiento. Son estos sentimientos los que a lo largo de mi vida han despertado con más intensidad la inspiración en mí. Descubrí que había algo muy hermoso y terapéutico, en convertir sentimientos desagradables en algo tan bonito como lo es la poesía. Me encanta pensar que tengo la habilidad de convertir el dolor en arte. He aquí una de esas mágicas transformaciones:
Hoy que me dio con pensarte.
¿Qué más da, amor? Te pienso.
De nada sirve negarme,
si te cuelas en mi pensamiento.
Hoy me dejo sentirte.
Hoy me dejo desearte.
Hoy vuelvo a esos dos veranos
y a esas quinientas noches.
Y me aseguro de oír esas canciones
que me hacen volar en el tiempo.
De seguro si me permito sufrirte,
sano el alma más ligero.
Quizás me rehusé a nuestro final,
tan seco, tan nada, tan trivial.
Quizás por no acabar de llorar,
me siguen hiriendo cada vez más.
Déjame soltar entonces mis lágrimas.
Déjame gritar cuanto te extraño.
Quién sabe si mis gemidos,
de una vez te llevan consigo.
Y mira que esto de añorarte,
mucho lo estuve posponiendo
pero ¿qué más da, amor?
hoy sin falta, te pienso.