Hace unas semanas Manuel José y yo tuvimos un hermoso y turístico día en el Viejo San Juan. Esta vez quisimos alejarnos un poco de lo que consiste nuestra usual visita al Viejo San Juan y “turistear” un poco por esas hermosas calles, tratando cosas nuevas y disfrutando el aire colorido que se respira en ese lugar. Como muchos saben, estamos planificando nuestra boda y en estos días, estamos necesitando el esporádico día libre para desconectarnos y disfrutar de nuestra relación y compañía.
Les cuento que el año pasado, nos topamos por primera vez con la librería Laberinto en la Calle De La Cruz y quedamos más que encantados. Ese día salimos con unos ocho libros entre los dos. Después del huracán María, estuvimos visitando el establecimiento y siempre lo encontrábamos cerrado, y concluímos que había sido una de las tristes víctimas del huracán. Pero ese lunes, estábamos caminando y de repente grité: “¡Mi amor es la librería! ¡Está abierta!“. Cuando miramos a nuestro alrededor, nos dimos cuenta de que estuvimos buscando la librería en la calle equivocada todo este tiempo. Al parecer, estuvo siempre abierta. Esta vez nos aseguramos de aprendernos el nombre para no olvidar su paradero. Pasamos un buen rato ahí antojándonos de cada libro que veíamos y empapándonos de pedacitos de literatura. Salí con un libro llamado La chica que leía en el metro de Christine Féret-Fleury, una adaptación por José Ramírez Rivera de Los cuentos de Juan Bobo (Colección de María Cadilla de Martínez) y un libro de bolsillo que encontró Manuel José en la caja titulado Poesía de Amor Neruda.
Después de esto nos dedicamos a caminar sin prisa por aquellos rincones por los que quizás hemos pasado unas cien veces, pero nunca hemos apreciado como merecen. Admiramos la arquitectura de los viejos edificios, nos detuvimos a respirar aire fresco en los árboles que nos delatan su edad con su raíces, y hasta bailamos en el medio de las calles de adoquines.
Entramos un poco más tarde a Chocolato. ¿Quién dice que hay que llegar a Italia para probar un buen gelato? Este lugar es como muchos en el Viejo San Juan. Parece ser pequeño pero se alarga hacia la parte de atrás y tiene una acogedora terraza. Allí nos encontramos a unos turistas que vinieron por segunda vez a la isla y les contamos que igual que ellos, nosotros estábamos de turistas en esas calles en las cuáles siempre encontramos un nuevo rincón. ¿Y el gelato? ¡Delicioso!
Decidimos entonces llegar hasta el Paseo La Princesa. Allí, nos sentamos un rato en uno de los bancos, y le leí poesía de Neruda de mi nuevo libro de bolsillo a Manuel José. Entre el airesito boricua y las palabras de amor del poeta por excelencia, no queríamos que terminara nuestro día.
De camino de vuelta a nuestro auto, nos topamos con un músico local con su saxofón. Nos detuvimos, escuchamos su arte, le dejamos un poco de cariño y nos fuimos un poquito más enamorados de lo que habíamos llegado.
4 comments
El Viejo San Juan es mi place to be.. Nunca me canso de él.. Love this!
¡Igual yo! Por más que voy, siempre quedo enamorada de este lugar. 💙 ¡Gracias por leer!
Me parece genial que escribas sobre esto. La gente va a Viejo San Juan y pasa detalles tan sencillos por desapercibidos que a veces termino frustrada cuando la gente dice “ahí no hay nada”. Me gusta mucho esa librería.
¡Así mismo es! Es gracioso como personas vienen de otros países y encuentran extraordinarias las cosas que nosotros tenemos a la vuelta de la esquina. ¡Gracias por leerme!